Según contaba Eli Cohen, agente del Mossad israelí “para un espía, El Cairo era un destino perfecto en todos los sentidos. Los egipcios guardan información de manera natural. Si consigues a uno que esté en el puesto adecuado del Gobierno, tienes hecha la mitad del trabajo”.
Lo más curioso de todo esto es lo que comentaba del Gezira Sporting Club un hombre llamado Wolfgang Lotz , otro agente del Mossad: “Los británicos tenían sus propios rincones cerca de la sala de billar, los estadounidenses habían ocupado un lugar cerca de la entrada del restaurante, y el resto tenía sus propios sitios. Al entrar en el club, uno se hacía una idea bastante aproximada del estado en el que se hallaba el llamado Gran Juego. Si los rusos estaban trabajando en algo, bebían sin parar. Si los franceses habían conseguido algo, había champán en la mesa”.
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