En abril de 1820, en la isla de Melos, en el mar Egeo, en Grecia, un campesino llamado Yórgos Kendrotás descubrió una estatua semienterrada. Según parece, junto con la estatua, pero separados de la misma, estaban un fragmento de antebrazo y una manzana. Esto detalle es importante, ya que estamos hablando de la Venus de Milo, que como ustedes sabrán, no tiene brazos. Esto no es inconveniente para que sea considerada una de las obras cumbre de la historia de la escultura.
Siguiendo con la historia del descubrimiento, nuestro descubridor campestre intentó vender la estatua a un clérigo ortodoxo. Este contacto con un oficial del ejército francés, Jules Dumont. Había una guerra en marcha por parte de Grecia para independizarse del Imperio Otomano, por lo que podemos considerar que técnicamente la estatua estaba en aquel momento en territorio turco. El clérigo griego trató directamente con el soldado francés para evitar el control de las autoridades turcas. El francés debía ser un tipo listo porque cerró rápidamente un acuerdo y sacó de la isla la estatua. En concreto, fue a parar al Marqués de Riviere, embajador francés en Constantinopla que finalmente se la regaló al Rey Luis XVIII, por lo que nuestra Venus viajó hasta París.
Hay una historia que cuenta que durante la carga de la estatua en un barco que la sacaba de la isla con destino a manos turcas, un grupo de soldados franceses la robaron. Durante la lucha se golpeó la obra contra el suelo y que ese fue el momento en que perdió los brazos, quedando en territorio turco y por lo tanto en su poder. Esta historia explica la pérdida de las extremidades y también cómo llegó la obra a manos francesas.
Los turcos siempre han creído que la estatua les pertenece por derecho y han solicitado su devolución en varias ocasiones, ya que consideran casi un robo su paso a manos francesas. En la década 1960 una comisión turca solicitó al gobierno francés la devolución de la Venus de Milo en base a un informe jurídico que exponía lo que hemos contado anteriormente. Este informe también decía que si Francia devolvía la estatua, los turcos retornarían los brazos a la estatua, ya que conocían su paradero. La respuesta del ministro francés de cultura, André Malraux, fue: “la Venus de Milo es tan francesa como la Madelón”.
http://curistoria.blogspot.com/2009/04/los-brazos-de-la-venus-de-milo.html
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