Un día, Adolf Hitler, debajo de un árbol leyendo unas notas, una mosca se le acercó y comenzó a revolotear en torno a su cabeza. Irritado y molesto, el Führer intentó desalojarla de su presencia utilizando los papeles que estaba leyendo como amenaza. Después de mover los papeles en el aire varias veces sin éxito reparó en que el hombre que estaba cerca se estaba sonriendo, ligeramente.
Este hombre era Fritz Darges, uno de sus oficiales de ordenanza. Según Rochus Misch, guardaespaldas de Hitler y fuente de esta anécdota: “Un ligero rictus pasó por su cara. No había cambiado de posición, seguía con las manos en la espalda, la cabeza bien recta, pero le costaba contener la risa”. Como ven ustedes, Darges tampoco se revolcaba por el suelo atacado por el carcajeo, pero su leve gesto fue suficiente.
Hitler le soltó: “Si no es capaz de mantener alejado de mí un animal como éste, quiere decir que un oficial de ordenanza como usted no me hace ninguna falta”. Con aquella frase despidió a Darges y Misch sospecha que lo enviaron al frente.
http://curistoria.blogspot.com/2010/01/hitler-un-mosca-y-un-soldado.html
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